Querétaro, la palabra más bonita del español – 18/06/2011 Día E

El pasado 18 de junio se celebró el día de «todos aquellos que aman el idioma español», una iniciativa fomentada por el Instituto Cervantes para reconocer los méritos de una lengua que, entre otras cosas, con el pasar de los años se ha convertido en la segunda más estudiada del mundo por detrás del inglés y cuya proyección a futuro augura un protagonismo ineludible en el panorama lingüístico.

A tal efecto, el Instituto Cervantes creó una página en la que se proponía a los visitantes votar por la palabra más hermosa en español de entre aquellas que previamente habían propuesto una serie de personajes famosos —cantantes, actores, banqueros, escritores, etc.— de diferentes países hispanohablantes. La palabra ganadora fue Querétaro, propuesta por el actor mexicano Gael García-Bernal. Querétaro es el nombre de una ciudad de México, quiere decir «isla de las salamandras azules» y, por cierto, no la recoge el DRAE. Todos los que participaron en la votación tuvieron que elegir entre estas 35 palabras (junto a la palabra en cuestión aparece el famoso que la propuso, su oficio y su nacionalidad):

  1. Alborada (María Dolores Pradera, cantante y actriz española)
  2. Alegría (Antonio Banderas, actor español)
  3. Alma (Ferrán Adrià, cocinero español)
  4. Amanecer (Mara Torrres, periodista y escritora española)
  5. Amistad (Antonio Skármenta, escritor chileno)
  6. Amor (Chayanne, cantante puertorriqueño)
  7. Añoranza (Justo Bolekia Boleká, intelectual ecuatoguineano)
  8. Bailamos (Alicia Alonso, bailarina cubana)
  9. Belleza (Pau Gasol, baloncestista español)
  10. Cariño (Pedro Piqueras, periodista español)
  11. Confianza (Isidre Fainé, empresario español)
  12. Equilibrio (Andreu Buenafuente, humorista español)
  13. Espíritu (Isabel Allende, escritora chilena)
  14. Flamenco (Alejandro Sanz, cantante español)
  15. Fútbol (Vicente del Bosque, entrenador de fútbol español)
  16. Gracias (Raphael, cantante español)
  17. Investigación (Margarita Salas, bioquímica española)
  18. Jesús (Juan Luis Guerra, cantante dominicano)
  19. Lealtad (El Juli, torero español)
  20. Libertad (Mario Vargas Llosa, escritor peruano)
  21. Madre (Eugenia Silva, modelo española)
  22. Meliflua (Shakira, cantante colombiana)
  23. Muévete (Valentín Fuster, cardiólogo español)
  24. Murciélago (Boris Izaguirre, escritor y comentarista venezolano)
  25. Murmullo (Jaume Plensa, artista plástico español)
  26. Querer (Elena Ochoa, profesora española)
  27. Querétaro (Gael García-Bernal, actor mexicano)
  28. Resplandor (Ana María Matute, escritora española)
  29. Santander (Emilio Botín, banquero español)
  30. Sentimiento (Rosario Flores, cantante española)
  31. (Ángel Corella, bailarín español)
  32. Solidaridad (Diego Forlán, futbolista uruguayo)
  33. Sueño (Luis Rojas Marcos, profesor español)
  34. (Antonio Gamoneda, poeta español)
  35. Verdad (Ricardo Darín, actor argentino)

Como me enteré de esta iniciativa algo tarde no tuve tiempo de elegir la palabra más bonita de las propuestas. De haberlo podido hacer, creo que me habría decantado por una de estas: alborada, añoranza, lealtad, o verdad. Y si tuviera que elegir a la finalista, creo que me habría quedado definitivamente con añoranza. Porque esta palabra porta la letra más característica de nuestro idioma, la ñ, y porque desde el punto de vista morfológico las palabras con el sufijo de acción o efecto -anza se me antojan profundas, potentes y dotadas de un hermoso dinamismo. A nivel semántico, dice el DRAE:

añoranza → acción de añorar, nostalgia / añorar →: (del catalán enyorança) recordar con pena la ausencia, privación o pérdida de alguien o algo muy querido.

En su significado, añoranza es una palabra cuasi poética: «recordar con pena», dice el DRAE. Ya sólo con pensar en alguien que recuerda con pena me puedo imaginar una escena nostálgica y muy rica en matices: ¿qué es lo que recuerda esa persona? ¿Por qué con pena? ¿Qué le causó dicha pena? Etc.

Sin embargo, siento disentir con el diseño del concurso. En primer lugar porque no han dejado que cualquier hispanohablante pudiera proponer su palabra, sino que han pedido a un selecto grupo (nada heterogéneo) que proponga la suya para que luego los demás mortales pudiéramos votar de entre una lista determinada (cual lista cerrada de los partidos políticos españoles): su lista. Creo que habría sido más interesante (y justo) que cualquiera hubiera podido aportar su palabra en el portal durante un tiempo determinado y que la votación democrática final hubiera decidido entre todas las opciones presentadas. A mi parecer, salvo pocas excepciones, las palabras propuestas son tan convencionales que lo primero que pensé cuando las leí fue que sería imposible elegir una de ellas como la más bonita (ya sé que la más bonita no la habríamos encontrado tampoco si la propuesta hubiera sido libre, pero estoy seguro de que alguna de ellas nos habría sorprendido tanto o más que como lo hizo Querétaro).

He dicho que el grupo de celebridades no es lo heterogéneo que debería haber sido porque de los 21 países cuya lengua oficial es el español, sólo hay representados 11 y, para más inri, con una participación abrumadora de personajes españoles:

  • España: 11 personas
  • Chile: 2 personas
  • Puerto Rico: 1 persona
  • República Dominicana: 1 persona
  • Argentina: 1 persona
  • Uruguay: 1 persona
  • México: 1 persona
  • Venezuela: 1 persona
  • Colombia: 1 persona
  • Perú: 1 persona
  • Cuba: 1 persona
  • Guinea Ecuatorial: 1 persona

¿Dónde está prácticamente toda América Central con Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Panamá, Nicaragua y Honduras? ¿Dónde está Ecuador, Bolivia y Paraguay? ¿Por qué esa prevalencia de españoles? Y también: ¿por qué permiten al presidente del Banco Santander que proponga Santander? Sí, ya sé que Santander es el nombre de la capital de Cantabria, pero curiosamente también el de su banco, de modo que está haciendo publicidad de su empresa de todas formas.

Pero bueno, dejando a un lado estos aspectos algo polémicos, si yo hubiera podido aportar mi propia palabra creo que habría pasado días embelesado en una especie de trance insoportable, sobre todo para mi familia y allegados. Y es que la decisión no es nada fácil. Cuando uno encuentra una palabra que puede ser la adecuada, de repente le entran de nuevo a uno las dudas de si no habrá otra mejor, prolongando el éxtasis de la búsqueda hasta el infinito. Así que yo sólo voy a poner aquí la palabra que considero más hermosa de la lengua española tras unas pocas horas de reflexión. Para ello, he querido encontrar una palabra sencilla pero con riqueza semántica, una palabra de pronunciación noble y a ser posible que pudiera ser articulada con facilidad por personas no hispanohablantes. Y encontré ésta: senda.

El DRAE la define así:

senda.

(Del lat. semĭta).

1. f. Camino más estrecho que la vereda, abierto principalmente por el tránsito de peatones y del ganado menor.

2. f. Procedimiento o medio para hacer o lograr algo.

3. f. Cuba y Ur. carril (‖ de una vía pública).

Senda es otra palabra dinámica que tiene un rango de usos muy grande. Su fonética es sencilla y limpia, y creo que puede ser pronunciada por extranjeros con relativa facilidad. Senda es además una palabra muy empleada en poesía precisamente por su flexibilidad, profundidad y versatilidad. Es fácil otorgarle cargas semánticas ricas y diversas, y es amiga de las metáforas y otras figuras retóricas.

Pero llevamos mucho rato hablando de palabras que nos resultan bonitas. ¿Qué hay de las palabras feas? De esas seguro que se nos ocurren varias al instante, ¿eh, pillines? Yo no he necesitado más de unos segundos para dar con cenutrio, orondo o hematoma. Y si me estrujo un poco más la cabeza me viene pirracasregüeldo, calandraca e inicializar. Lo hermoso de las palabras es que su efecto en el receptor depende también de la forma en que se digan. Así, podemos llamar a alguien de forma cariñosa empleando palabras despectivas (vamos cabroncete) y viceversa (mi jefe es un amor). Y no sólo eso, sino que hasta esas palabras que nos resultan desagradables pueden dejar de serlo como por arte de magia si las repetimos varias veces seguidas: regüeldo, regüeldo, regüeldo, regüeldo… Haced la prueba con la palabra que menos os guste. Otro ejemplo: la palabra estrujar puede resultar en un principio algo fea, pero, a mí por lo menos, tras pronunciarla varias veces deja de molestarme el raspado de la tr y de la j para quedarme embelesado por su poder onomatopéyico.

Por ejemplo la palabra pirracas, que no está en el DRAE pero debería, se empleaba originalmente para denominar a los gatos callejeros de Madrid, animales sagaces y traviesos. Sin embargo, con el pasar del tiempo también se empezó a usar para denominar a las personas que se caracterizaban por dichos atributos. Al principio pirracas me pareció un vocablo horrible, pero actualmente, cuanto más lo pronuncio, más me gusta. Me hace sonreir. Hasta el punto que necesito encontrar imperiosamente la ocasión de emplearla (¡Oye, tú! Eres un pirracas, que lo sepas). Menos mal que tengo un gato en casa y tengo así cubiertas estas necesidades.

De manera que la belleza o fealdad de una palabra es algo tan subjetivo como el gusto por un color o un género musical. Unas palabras suenan bien a unas personas, pero no a otras. Otras palabras tienen un significado elevado, pero pueden resultar pedantes a ciertos oídos más campechanos. Otras palabras nos encantan un día y con el paso del tiempo las terminamos odiando. Es imposible controlar esto y en ocasiones da la sensación de que son ellas las que nos controlan a nosotros. Así que antes de que se me suban a la chepa termino con unas preguntas destinadas a la audiencia.

  1. ¿Vosotros con qué palabra de las 35 propuestas os quedaríais?
  2. Y si hubierais podido proponer la vuestra, ¿cuál elegiríais como la más hermosa?
  3. ¿Y como la más horrenda?

Ahí queda eso, ¡pirracas!